Cristina Jiménez, autora de ‘Deaming of Home’, convirtió su experiencia como indocumentada en una de las historias de amor más grandes al ser humano
Sus vivencias desde niña, recogidas en este libro, son el testimonio evidente de que alzar la voz en comunión y en defensa de la dignidad puede derrumbar cualquier barrera.
Por Teresa Aranguez-peopleenespanol.com
El amor puede darse y demostrarse de muchas maneras posibles. El de Cristina Jiménez llega en forma de libro y con un testimonio muy personal que devuelve la fe en el ser humano y en los finales felices. Una historia de amor en toda regla hacia su comunidad que coincide con uno de los momentos de mayor incertidumbre y desesperanza en la política migratoria en Estados Unidos.
Ella sabe de primera mano lo que es ser indocumentada en este país y que su vida fuera un reto desde muy niña. Junto a su familia, dejó su Ecuador natal para comenzar la que se ha convertido en una de las aventuras más difíciles a la vez que determinantes de su historia personal.
Hoy, aquella jovencita que vio a sus padres trabajar sin descanso, sin papeles, pero con dignidad, ha sido galardonada con el Genius Fellowship de la prestigiosa MacArthur Foundation y es actualmente maestra en la City University of New York. Además, lidera campañas para el empoderamiento de los migrantes y por la lucha de los derechos civiles y humanos en todo el país, especialmente desde su organización United We Dream, que cofundó en 2008 junto a otros líderes y activistas estudiantiles.
Su historia es la de muchos, pero no todos pudieron llegar a contarla. Ella sí, y lo hace en honor a todos ellos. Un libro que te invita creer y a entender que la unión y la acción son el camino a la meta final. People En Español tuvo la oportunidad de hablar en exclusiva con Cristina. Esta es su inspiradora y valiente historia.
Dreaming of home ha significado revisitar a la Cristina niña que dejaba su Ecuador natal para empezar de cero con su familia, y sin papeles, en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido ese paseo por tu vida?
Para escribir la historia de uno mismo requiere reconectarte con muchas memorias. El impacto que tuvo en mí hacerlo fue de gozo, de nostalgia, de sanación y de dolor también porque hubo momentos que tuve que volver revivir, como la muerte de mi hermana a causa de su cáncer. Escribir esa parte tan corta me tomó meses. Me di cuenta que la niña de 10 años que había experimentado el fallecimiento de su hermana, no había tenido el espacio ni el proceso de conectarse con esas emociones. Y ahora, como adulta, con más herramientas, ha sido un proceso de sanación. También ha sido muy bonito sentir orgullo y admiración por mis papás, por lo que hicieron cuando vinieron a Estados Unidos, qué valentía hacerlo por sus hijos.
Cuando uno es indocumentado, ¿se llega a olvidar en algún momento esa situación o siempre hay miedo de que algo pueda pasar?
Fueron como 16 años de ser indocumentada. Ese miedo nunca se te olvida, incluso ahora que soy ciudadana, aún me da miedo cuando vuelvo a entrar al país porque no sé si me van a dejar entrar, especialmente con las políticas de esta nueva administración. Esos miedos y el trauma que le queda a uno, se ha vuelto aún más real. Cuando sucedieron los ataques terroristas en Nueva York en 2001, hubo una ola de políticas anti inmigrantes en el país y siempre tenía el miedo de que un policía me preguntara o una maestra, y se lo compartieran a inmigración. O que mi padre no regresara a casa. Se vivía con ese tormento cada día de tal vez no volver a ver a tu familia. Empecé a ver en mi propio vecindario, en Queens, deportaciones de gente de mi barrio, gente que desaparecía por las deportaciones. Así que sí es algo que te genera un gran trauma.
El libro es un camino largo hacia la meta, lleno de subidas y bajadas. Cuando crees que se va a lograr el sueño, hay un retroceso. ¿Llegaste a perder la fe alguna vez?
Hubo situaciones muy difíciles donde sentía que no íbamos allegar. Pero el trabajo de organizar a las comunidades, de empoderarnos para luchar por nuestros derechos y dignidad me empujaba a seguir. Siempre encontraba la esperanza estando con la gente. Y eso me sigue pasando hoy cuando estoy en los eventos con mi libro y llega gente en medio de todas estas adversidades y deportaciones mostrando gran valor y valentía. El momento más bajo como organizadora comunitaria fue en las elecciones del 2016, todo el mundo lloraba alrededor mío. Con esta persona que había liderado una campaña presidencial prometiendo deportaciones masivas hablando de los inmigrantes como si fuéramos animales, iba a ser muy difícil. Mi mamá, todavía indocumentada en ese tiempo, me decía, ‘¿qué vamos a hacer?’. Y yo le respondí: ‘Sé lo que vamos a hacer, vamos a luchar’. Pero fueron las semanas más duras que vivimos.
Cuando se viven episodios tan duros, una vida con tanta incertidumbre, y se han superado, cualquier otro asunto o problema más pequeño es un paseo por las nubes, ¿no? Sobre todo ahora que eres mamá junto a tu esposo Walter, otro gran luchador de la causa.
Desde que nos convertimos en padres vivimos una transformación tan dura como hermosa. Pues hay cansancio físico, parece que uno nunca termina de hacer las cosas, hay que recogerlo, dejarlo en la escuela, cuidarlo y que esté bien. Pero luego pensamos, si ya superamos tanto, lo demás no es nada. La historia de inmigración es una historia de amor, es una historia de personas que hacen sacrificios por sus familias, por sus hijos, siempre por amor. Nuestra historia de amor no hubiera sido posible si no hubiera habido otras personas de este país, estadounidenses de todos los grupos y clases, que se unieron a ayudarnos a sacar a mi esposo Walter tras su detención. Si él hubiera sido deportado, no existiría nuestra historia ni nuestra familia. Fue por puro amor, porque hay gente que ni siquiera te conoce pero por amor y solidaridad con otros seres humanos se entrega. Haber superado eso nos ha mantenido juntos, nos ha ayudado a atravesar cosas que son nuevas. Y aunque nos enojemos, recordamos lo que hemos sobrevivido y eso nos ayuda a sobrellevarlo.
El libro tiene unos protagonistas inconfundibles: tus padres. Esa generación que en su silencio y trabajo incansable por sacar a su familia inspiraron a sus hijos a luchar por un mundo más justo. ¿Cómo están ellos ahora?
Están muy bien. La historia se cierra con mi proceso de naturalización en 2018. Al tener una ciudadanía ya pude hacer la petición legal por mis padres. Y ahora ellos ya tienen su residencia legal en el país y están en su edad de retiro. Ha sido muy bonito poder hablar con ellos de estas historias, me ayudaron a recordar muchas cosas que he podido plasmar en el libro. Se sienten muy orgullosos. Una de las cosas que me dijo mi mamá y que me impactó mucho es que en este país, hay mucha gente que piensa que nosotros como inmigrantes no contribuimos ni añadimos a la sociedad, y que con mi historia, nuestra historia, se muestra la verdad: “No nos van a borrar nuestro rol, ahora vamos a estar en la historia porque este libro existe”.
Hoy esa niña, luego adolescente y posteriormente joven universitaria que luchó por los derechos de su comunidad, y sigue haciéndolo, es mamá. ¿Cómo se vive ese rol desde todo lo vivido?
Fue un proceso bien interesante porque al mismo tiempo que me quedé embarazada, estaba tratando de terminar el libro. Siento que di a luz a un libro y a mi hijo a la vez. Fue muy intenso. La responsabilidad se multiplica de repente, de luchar incluso el doble. Y entonces, más que nunca, escribir esta historia se convirtió en una misión. Yo no me he visto nunca como una escritora en sí, mi identidad es como la de organizadora comunitaria, pero hacer este libro era fundamental para contribuir en la organización y el empoderamiento de comunidades, de jóvenes en el país y de otros países. Escribir esta historia y crear un impacto que pueda traer cambio fue siempre mi objetivo.
¿Qué le dirías a toda esa gente que está pasando por ese momento complicado que tú viviste un día y que no ve la luz?
El miedo es real pero lo más importante es que aunque el sistema, las leyes y los líderes políticos nos quieran hacer sentir que no tenemos humanidad, que estamos solos y tenemos que escondernos y no hablar, no es así. Ellos ganan cuando nosotros nos callamos y nos aislamos. El estar en silencio nos va a llevar a no tener apoyo, vamos a estar mucho mejor y con más poder cuando estemos unidos, para mí siempre hay que recordar que no estamos solos, a pesar de estas fuerzas políticas y esta narrativa, hay muchas personas estadounidenses que están con nosotros protestando e involucrándose. Todo ser humano nace con dignidad, es nuestro derecho y nadie nos va a convencer de lo contrario.